Quilombos más, quilombos menos

Tranquilos, no es la Casa Rosada...

     Lleno de misticismos jurídicos, plegarias inescrupulosas, sanatas de demagogia y de ignorancia, y un sinfín de pronunciamientos, dictámenes, resoluciones administrativas y demás, marzo se transformó en uno de los meses más conflictivos del año, sin que apenas haya transcurrido un cuarto del 2010. El arranque de las cámaras del Congreso, efectivamente amortiguado por las batallas políticas, dio que hablar, y mucho. Desde el primer día de sesiones legislativas (con una jugada polémica y grave por parte del kirchnerismo, enfundada en un discurso anacrónico de la Presidenta), pasando por las plantadas de Menem y de la bancada oficialista en el Senado, la borocotización de algunos legisladores y las inasistencias de Amado Boudou, los enclenques embates dejaron un sentimiento amargo de impotencia para todos los que, como yo, tienen la esperanza de ver funcionar a la máquina.

     Lejos de una negociación civilizada y lógica, es notable recordar que se ha estancado el tratamiento de los temas centrales, promesa de las campañas políticas del año pasado. Si la oposición disgregada tuvo la petulancia, en algún momento, de dar a conocer sus intenciones de modificar el INDEC, la coparticipación del impuesto al cheque, de dar respuestas a la inflación y a la inseguridad, lo cierto es que las perspectivas de que esas cuestiones se afiancen en las sesiones de las cámaras cada vez se hacen más lejanas. Entre esos temas, uno de los más mediáticos es, sin lugar a dudas, el tratamiento de los decretos de necesidad y urgencia (DNU), reconocidos en la Constitución Nacional a partir de la reforma de 1994, y en boca de todos desde el lanzamiento del Fondo del Bicentenario y del Fondo de Desendeudamiento.

     Lo que nadie dice es, con suma franqueza, qué implicancias tiene la utilización de reservas del Banco Central. Ni en los artículos periodísticos ni en los reportajes de cuanto programa político haya, nadie del gobierno o de la oposición podría definir la influencia de los factores meramente subjetivos del asunto. El gobierno no podría decir que necesita de las reservas para cubrir deuda pública no urgente, en vías de mantener el gasto público de años de bonanza, que es perfectamente asequible con la mirada puesta en 2011. La oposición tiene que esgrimir varios argumentos sólidos que dejen como complemento a la idea de que no quieren dejar las reservas al libre albedrío del kirchnerismo, también en gran medida, por la campaña electoral del año que viene. En ambos casos, las estrategias políticas terminan siendo bastante más especulativas que una apuesta en Las Vegas. Eso sí, a menos que alguno esté dispuesto a afrontar el costo político y la exposición pública, ¿no?

 

     Lo cierto es que las reservas bien pueden servir para cubrir los compromisos de deuda. ¿Es una alternativa viable? Sí. ¿Es la única alternativa? No, para nada. Sin que haya aparecido, en un principio, como parte de las jugadas estratégicas de la oposición, uno de los fundamentos más repetidos es la inmutable participación del Presupuesto 2010 en la disputa, aprobado con mayoría del Frente para la Victoria el año pasado. Entre lo presupuestado, han constado en ese informe los criterios de valuación respecto de los gastos que debía afrontar el Estado Nacional para este año, entre los cuales, y como año tras año, se encuentra el inciso que hace referencia a los pagos de deuda previstos, tal vez el rubro más preciso del presupuesto. Como es debido, parte del superávit primario (es decir, el saldo fiscal antes de hacer la cobertura de los servicios de la deuda) estaba destinado a afrontar esas erogaciones, que a su vez, no encontraban entre sus fuentes de financiamiento al pago con reservas del BCRA. De más está decir que la desconfianza de la oposición y del 80% de los que desaprueban el gobierno de CFK se fortalece por decisiones como la de diciembre de 2009, con el DNU del Fondo del Bicentenario.

 

     Semejante manifestación a menos de veinte días de aprobado el Presupuesto 2010 revela la capacidad del kirchnerismo de volverse imprevisible. Y muestra en la oposición una debilidad por la formalidad institucional que la lleva a chocar una y otra vez contra las paredes. Luego de repetir hasta el hartazgo, por parte de ambos extremos, la más variopinta óptica de sentimientos golpistas de los cuales son presuntas víctimas, ya se empieza a entrever un añito bastante complicado para los acuerdos. Mucho más porque terrorismo político (o sea, el terror por llegar mal posicionado a las elecciones de 2011) se anota como una de las principales preocupaciones entre los presidenciables, y entre quienes se beneficiarían con ellos. Si lo ponemos en perspectiva, nuestro reclamo por hacer más fáciles las compras en el supermercado no son nada al lado de sus reclamos por hacer más tangibles sus empleos a futuro. De ahora en más, a no quejarse…

 

     El problema sigue siendo, como siempre y a través de los gobiernos, planes económicos fallidos y recetas del bienestar social populista y mal distribuido, nosotros. Si alguien pretende involucrar al ciudadano común en los vaivenes institucionales y reglamentarios de los políticos de turno, está equivocado. No hay nada como sentirse impotente frente a toda esa parafernalia de sucesos, que sumados a la sensación de ignorancia que se promulga ¿involuntariamente? desde los estrados mayores, compone de a poco el combo completo, que en cualquier momento debería aparecer en la canasta básica de alimentos del Índice de Precios al Consumidor, ¡sin inflación!

 

 

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3 comentarios en “Quilombos más, quilombos menos”

  1. aqui_c Says:

    Gracias Pablo por otro ilustrativo análisis de lo que pasa en nuestro país.
    Ya mismo me pongo a leerlo con más detenimiento.

  2. prometea Says:

    Terrorismo político (o sea, el terror por llegar mal posicionado a las elecciones de 2011): una inteligente definición de la dirigencia política.
    No obstante, lamento que un joven ciudadano como el responsable de este blog llegue a esa definición y a decir que siente impotencia por ese combo indigesto… esa es la realidad que perciben nuestros jóvenes y los que los precedemos en edad tenemos nuestra cuota de responsabilidad sobre esa realidad .. pero por otro lado es alentador porque hay un análisis reflexivo, no hay indiferencia sino por el contrario, hay un principio de acción en el decir, manifestar, comunicar, tratar de comprender, formarse una conciencia y esto ya es un factor de cambio positivo en medio de tanto escepticismo.. un saludo!


  3. Desde la distancia… aunque todo parece distinto… sólo puedo decir… que éste mundo es un ansia de poder, y nada más… Eso sí, globalizado… que en todas partes cuecen habas…


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